09 diciembre 2005

Pregón Fiestas Campillo de los Jimenez 2005


Sr. Alcalde, compañeros de la corporación municipal del Ayuntamiento de Cehegín, Comisión de Fiestas, campilleros y campilleras, amigos y amigas muy buenas noches y bienvenidos.

Tengo que confesaros la emoción y también la alegría que supone para mi poder dirigirme a vosotros esta noche para pregonar, por primera vez, estas fiestas. Cuando hace un par de meses recibí la llamada de la Comisión para comunicarme que habían pensado en mí para pronunciar el primer pregón de las fiestas del Campillo, sentí una gran alegría y casi sin pensármelo les dije que contaran conmigo. Al rato, cuando ya había colgado el teléfono me pregunté ¿y que puedo decir yo del Campillo y de sus fiestas? Pues muy fácil, me dije; no tengo mas que contar lo mismo que les cuento durante todo el año a mis amigos y conocidos de cualquier parte de la región y de España sobre estos días de fiesta, “las fiestas del invierno”, como yo les digo. Fiestas de lumbre, migas, arroces y vino, fiestas de música, de familia, de amigos, de diversión, y como no, las fiestas de nuestra virgen. Y poder contaros a vosotros todo esto, la verdad es que me llena de orgullo y satisfacción y por eso quiero agradecer muy sinceramente a todas las componentes de la comisión de fiestas que me hayan brindado la oportunidad de poder pasar este rato aquí junto a vosotros.

Decía Tierno Galván, el que fuera alcalde de Madrid, que “los pregones deben ser como las minifaldas: cortos y que enseñen mucho”, y yo voy a intentar hacerle caso.

Hoy, que acaban de comenzar las fiestas del Campillo de los Jiménez, me subo a este escenario para contaros lo que vosotros sabéis mejor que yo ¡que osadía! Cuando aun recordamos el sabor que nos dejaron las migas con las que tomamos fuerzas en la noche de ayer me dispongo a pregonar, por primera vez, las maravillas de estas fiestas, de este rincón y por supuesto de sus gentes.

Cuentan los historiadores que al parecer, el nombre de nuestra pedanía, tiene su origen en Ginés Jiménez, originario de Caravaca y propietario, junto a su familia, de una gran zona de este Campillo. Los habitantes contabilizados en 1857 eran 246 que residían en 58 viviendas situadas a 5,5 km. de Cehegín. Disponía de una ermita, dedicada a la Virgen del Rosario, que por cierto en 1856 sufrió un robo y especialmente importantes durante el siglo XVIII fueron sus lagares. Según me cuenta mi buen amigo José María Alcázar, hasta hace muy poco tiempo aparejador municipal, en un manuscrito de Alonso de Góngora y Fajardo, fechado en Cehegín en el año 1818, se decía “La ermita del Campillo de los Jiménez, distante de esta villa, como legua y media corta y media legua mas debajo de la ermita Virgen de la Peña y ambas, a la orilla de la ribera del Río de Canara llamado Argos, cuya ermita con el titulo de Nuestra Señora del Rosario, la fabricaron y construyeron sus vecinos y es moderna, tiene su Capellán, que dice misa las fiestas y medio fiestas a los feligreses de este hermoso y deleitable partido, en el día el mismo capellán que celebra la misa de la ermita de Nuestra Señora de la Peña, dice la de abajo, diciendo dos misas en los días de precepto con licencia del ordinario. En el día es capellán don Joaquín Ros de la Ossa, Presbítero ahora y antes fue fraile de San Francisco, creo estuvo en la huerta de Lorca”.

Así quedó escrito y así hoy podemos comprobar que la historia de esta pedanía es igual de grande que la bondad, la sencillez y la hospitalidad de sus gentes.

Dicen por Cehegín que los que llevamos sangre del Campillo, y yo la llevo por padre y madre, tenemos un sexto sentido. Gente avispada, trabajadora y con un especial sentido de la amistad y la familia. Y la verdad es que la gente del Campillo parece estar hecha de una pasta especial.

Y como todo en la vida, El Campillo también ha ido evolucionando poco a poco. La agricultura de antaño ha dado paso a las modernas explotaciones en los invernaderos que paso a paso han ido cubriendo nuestros bancales para convertirlos en fuente de riqueza, no sin mucho trabajo y esfuerzo. Vuestro trabajo y vuestro saber hacer han conseguido que los productos de esta tierra, las hortalizas, las flores y los frutos sean conocidos y preciados en toda la geografía nacional.

Cuando comencé hace unas semanas a pensar en estas palabras que hoy os estoy leyendo dudé sobre la manera de enfocar este pregón.

Podría haber recopilado historias y anécdotas de las que se vivían aquí hace cuarenta o cincuenta años pero pensé que sería mucho mejor que otro pregonero, con más edad que yo, pueda contar el próximo año en primera persona vivencias de esa época. Podría contarnos las historias que han hecho de nuestro Campillo algo tan especial. Hablarnos del Carnaval, de las estudiantinas del Paco el Tobalo, de los juegos en la sala, de los bailes de inocentes, de las representaciones del auto de los Reyes Magos, de las visitas domiciliarias de las cuadrillas de ánimas, de la primera mula mecánica que llegó al Campillo, por cierto hay quien no quería que ese aparato entrara en sus bancales porque removía mucho la tierra, arrancaba las raíces y echaba a perder los árboles, podría contarnos la llegada de la primera moto, del primer coche. Podría hablarnos de cómo iban con las burras a por agua a la Fuente Capel, y al monte a por leña, de cómo subían a los mercados a vender huevos y pollos a lomos de la mula, o de cuando llegó la luz a las casas del Campillo y había que apagar las peras con repizcos en la pared o a garrotazos porque el tío del transformador no quería parar la luz.

También nos podría contar las zamparras y barrabasas que hacían de crios por estos contornos, tales como arrancar las hortalizas de los bancales, volcar el cáñamo de las eras y otras lindezas como estas. Y por supuesto nos podría contar en un capítulo especial llamado “Historias de las muertes de marrano” todo lo concerniente a este ritual que sin duda era de los momentos más esperados del año. Momento de reunión familiar donde padres, hijos, tíos, primos, y vecinos se daban cita en los meses del frío para proceder al sacrificio de los chinos que durante todo el año se habían criado en las marraneras. Porque hay que ver lo que daban de si las muertes de marrano; los preparativos, cocer la cebolla, poner la caldera con el agua a hervir para pelar el chino, la matanza, la elaboración de las morcillas, los rellenos y los chorizos… Pero lo que mas me ha llamado siempre la atención de estas cosas es el buen comer que ha tenido la gente de esta tierra y que estos días de matanza se hacia especialmente patente. Al medio día de primero migas con tajás, regadas con buen vino que por algo decían los clásicos que el vino es el mejor amigo del hombre y después el perro, de segundo fritá y de postre naranjas y mantecaos, y para rebajar por la noche, y por eso de que no es bueno cenar mucho, de primero olla de muerte marrano, de esa que se ponía a las ocho de la mañana al lado de la lumbre con todo su pringue correspondiente, de segundo empedrao y todo ello acompañado de las inmensas ensalas de col. Una vez finalizados estos platos, y para completar el menú, naranja con canela y azúcar, melocotón en almíbar, y rollos fritos. Por cierto de vez en cuando había algún gracioso que hacia rollicos de barro, los rebozaba en sal y los ponía en el mismo plato para que algún “inocente” le hincara el diente.

Y para terminar, si había suerte y alguien de los presentes le daba a la guitarra y al laúd se remataba la jornada a ritmo de jotas, manchegas, malagueñas y pardicas.
Y esto del buen apetito la verdad es que no es una cosa que sea solo de aquí pero estoy convencido de que en pocos sitios la gente tiene el buen comer que se tiene por esta tierra y la causa de esto es que también en pocos sitios hay mejores cocineras y cocineros que por los alrededores de este Campillo. Las mujeres del Campillo son doctor honoris causa de los fogones. Además el simple hecho de cocinar aquí parece que mejora el sabor de los platos. ¿No os habéis dado cuenta que unas patatas fritas con pimientos saben de otra manera si las haces en el Campillo? ¿Y los arroces? Ahora que digo arroces… recuerdo que hace poco leí un articulo del gran Carlos Herrera en el que contaba la historia de un personaje, por supuesto no campillero, de esos que proliferan cuando empieza a llegar el buen tiempo, dispuesto, una mañana de domingo, a guisar un arroz de manera poco ortodoxa. Titulaba el artículo el maestro Herrera “El Paellicida” y si me lo permitís voy a transcribir un párrafo para que veáis la suerte que aun tenemos por aquí a la hora de comernos un arrocico de esos que hacen nuestras madres, o nuestras mujeres, o nosotros mismos si es que tenemos buena mano:
“Un ‘paellicida’ es aquel que reúne a los amigos un domingo y los somete a la dura prueba de comer un engrudo insípido con tropezones al que ha llamado pomposa y pretendidamente «un arrocito» –o «arrolito» en su versión sureña–, y que ha sido preparado, en pantalón corto y camiseta de playa, en una paella mucho más pequeña de lo que corresponde al número de comensales, con un grano de tipo pakistaní y acompañado de unos fiambres de corte industrial y sabor, evidentemente, también industrial. Este tipo de sujeto es una común especie primaveral y veraniega caracterizada por el uso de papel de periódico para tapar la paella «y que sude el arroz» y el abuso continuado de la frase «hosti, nene, que bueno va a salir esto», mientras lo va removiendo impunemente con un cucharón de aluminio y lo sazona con colorante alimentario y una pastilla de caldo concentrado de ave. Sus amigos murmuran continuamente aquello de «¿quién le habrá dicho a Manolo que hace bien el arroz?» y asisten, resignados, al momento de descubrir el cuadro gramíneo sembrado de rodajas de limón y tiras de pimientos morrones que bien recuerda a los llaveros en forma de paella que suelen llevarse de recuerdo los extranjeros más fieles al realismo mágico. Normalmente, Manolo consigue que se pase y se gachee hasta el grano de arroz pakistaní, que ya es esfuerzo, y acostumbra a servirlo preguntando si alguien quiere «socarrat». Si resulta medianamente tragable, también es de los que escucha lo de «dame un segundo plato, pero sólo arroz», que es una de las frases más mentadas en los jardines de España pasadas las tres de la tarde, cuando las sangrías hacen su efecto y cuando las latas de mejillones han dejado ya un surco indeleble en esófagos y estómagos. También normalmente, con lo que queda de arroz, Manolo podría enfoscar sin problemas la pared del cuarto de Jessica y parte de la mediana que separa su clorofila con la casa de los padres de Isis y Yasmina, las impertinentes vecinitas, ejemplos vivos de lo que es capaz de conseguir una buena Logse en condiciones. El paellicida se jura que el próximo domingo le echará menos arroz y procurará no tapar la paella con la página de las esquelas, ya que con el vapor uno puede leer perfectamente en el plato –merced a la tinta fácil– el fallecimiento de un registrador de la propiedad muy llorado por toda la comunidad de regantes y por su familia y amigos.”
Así describía a estos sujetos Carlos Herrera y la verdad es que hacer un buen arroz no es tarea fácil salvo que estén por medio las sabias manos de un hombre o una mujer del Campillo.

Y dejando a un lado los temas culinarios, este año el Ayuntamiento de Cehegín ha hecho unas postales navideñas muy bonitas en las que se ve una imagen del casco antiguo bajo una estrella de Navidad y donde se puede leer una frase que dice “La Navidad vive en Cehegín”, pero ahora me he dado cuenta que debería de decir “La Navidad vive en Cehegín pero nació en el Campillo”. Y digo esto porque estas fiestas que acabamos de comenzar son la primera navidad, el inicio de la pascua. El frío, la lumbre, los mantecaos, los primeros acordes y los primeros aguilandos hacen de estas fiestas el inicio oficial de la navidad en todo el mundo. Tengo que confesaros que una de las cosas que más echo de menos en estas fechas son las salidas que hacíamos de casa en casa hace unos años, cuando podía acompañar a menudo a la cuadrilla de animeros del Campillo de los Jiménez cantando las pascuas y pidiendo el aguilando.

Aquí tienes en tu puerta
el soberano estandarte
son las ánimas benditas
que han venido a visitarte
Que han venido a visitarte
angeles bajar y ver
al rey del cielo y la tierra
porque ha nacido en Belén
……………………………

Las ánimas se despiden
se despiden y se van
a casa de otro devoto
que esperándolas están
Que esperándolas están
si la gloria solicita
dales limosna devoto
a las ánimas benditas

Esta cuadrilla que aunque lleva aún a gala el nombre del Campillo de los Jiménez, estaba formada por unos de aquí y otros de Canara, Cehegín y otros muchos sitios paseó el nombre del Campillo por toda la geografía regional y nacional incluso llegó a actuar en el Pabellón central de la Expo de Sevilla en 1992 mostrando allí la riqueza de nuestro folclore. El Zenón, el José el Chorras, el José el Pelaillas y su hermano Julián y tantos otros del Campillo, de Canara, y de toda la huerta ceheginera, han sido los que durante toda su vida han contribuido a que se sigan conservando estas tradiciones que forman parte de nuestra cultura.

Hoy desde aquí quiero aprovechar para hacer un llamamiento por partida doble. En primer lugar a todos vosotros y en especial a los mayores. Os pido que trasmitáis todo el saber, todas nuestras tradiciones, nuestra cultura, nuestro folclore, nuestros bailes y nuestra música, a los más jóvenes, a las nuevas generaciones para que podamos conseguir entre todos que jamás se pierda esta parte tan importante de nuestra identidad y de nuestra cultura. A los jóvenes os pido que no dejéis nunca que se olviden estas tradiciones y aprovechando que están aquí muchos de mis compañeros del gobierno municipal y el máximo responsable de nuestro ayuntamiento, nuestro alcalde José Soria, también quiero hacerles ver hoy que desde la institución que representamos tenemos que hacer todo lo posible por fomentar estas tradiciones, por conservar este legado cultural y por facilitar que los niños y los jóvenes puedan conocer, aprender y vivir como suyas todas estas manifestaciones culturales que se han forjado durante tantos años y que como decía antes son parte fundamental de nuestra cultura y de nuestra historia.

Pero bueno, volviendo a lo que nos trae aquí hoy. Un año más hemos empezado a disfrutar estas fiestas. Unas fiestas, que como no podía ser menos, también han evolucionado. No hay mas que ver las buenas luces que este año hay repartidas por todo el Campillo… Y no hay más que ver la magnífica comisión de fiestas, este año por primera vez formada exclusivamente por mujeres, y todas las actividades que han preparado para que todos podamos disfrutar. Este año hemos tenido banda de música en las migas, pregón de fiestas, vamos a tener carrozas, magos, y por cambiar hemos cambiado por fin hasta la portada del libro de fiestas. Y es que cuando las mujeres se meten en algo hay que quitarse el sombrero. Mi enhorabuena a todas las componentes de la comisión por el excelente trabajo que habéis realizado.
Y bueno, esto va llegando a su fin. Pero no quiero terminar sin recordar a todas esas personas de nuestro Campillo que ya nos dejaron pero que cada uno de nosotros tenemos presentes. En especial yo quiero hoy recordar a mis abuelos, paternos y maternos, que seguro que desde el cielo hoy ellos también estarán escuchando este pregón.

Campilleros que continúen las fiestas, disfrutad y participad de todas las actividades que se van a realizar estos días en honor de la Purísima y seguir siendo tan buena gente como sois.

Muchas Gracias y Felices Fiestas.


Campillo de los Jiménez, 6 de Diciembre de 2005



1 comentario:

Anónimo dijo...

Una afamada teoría del marketing, habla sobre la importancia de 4 variables para la definición de la estratégia empresarial; a este modelo lo llamamos popularmente el "modelo de las 4 Pes": Product, Place, Promotion and Price.
¿Y qué tiene esto que ver con el primer pregón de las fiestas del Campillo, pregoneado por Paco Abril?, pues mire usted, tras presenciar en directo la lectura de este pregón, y leerlo unos días después, más tranquilo ya, en un par de ocasiones, me vino a la cabeza un modelo similar a este del marketing, pero al que he bautizado como el de las "4 Des": Dimensionado, Decorado, Depurado y Divertido...
Entre todo, me gustaría destacar especialmente, el tono de verdadera sinceridad que se atisba en cada una de las palabras, desde el "buenas noches" hasta el "felices fiestas"; se nota que este pregonero lleva al Campillo en el corazón...
Por otra parte, me encanta el recurso narrativo utilizado en uno de los párrafos; donde se emplaza a que sean otros pregoneros de más edad los que cuenten las vivencias del pasado, y tomando esta base como partida, nota una tras tras otra una lista de anécdotas de aquellos tiempos; básicamente es como un "sácamela pa dentro, Cristóbal": magnífico.
Aunque bien es cierto, que lo mejor de este pregón no se puede apreciar ahora, ya que fueron las expresiones de los rostros del aforo, durante los 20 minutos entre su alumbramiento y deceso, sonrisas, alguna carcajada, lágrimas de emoción al recordar, lo que realmente lo convierte en el mejor primer pregón que las Fiestas del Campillo han podido tener.
Ahora bien, estimado pregonero, yo no pude contener las lágrimas, cuando escuché, ni ahora el nudo en el estómago, cuando leo, la memoria a nuestros abuelos. No dudo que la noche del 6 de diciembre, tuvieron que hacer el cielo más grande para que los cuatro cupiesen dentro, de lo anchos que se pusieron al verte.
Enhorabuena hermano.