Ante la cercanía de las elecciones generales, esa nueva aristocracia de opulentos progres y egos hinchados que puebla el mundo de la farándula y el títere patrio ha entrado en campaña mostrando su apoyo a Rodríguez Zapatero. Este hecho no ha de sorprender a nadie, pues los que ahora lo respaldan son los mismos que lo llevaron en volandas, al son del «No a la Guerra» y otros cánticos, a La Moncloa; los mismos que, no hace mucho, reclamaban un «cordón sanitario» para aislar al PP.
En España, a diferencia de los EE.UU., donde la gente del mundo del espectáculo contribuye económicamente a las campañas de los políticos realizando donaciones millonarias, los artistas se nutren no ya del dinero del partido o dirigente político al que apoyan, sino del de todos los ciudadanos, a través de subvenciones o de impuestos como el canon digital, aprobado -¡oh, casualidad!- por Zapatero y su PSOE.
Es ahí donde está el quid de la cuestión: los miembros de la Plataforma de Apoyo a Zapatero (PAZ) no son más que «los chicos del canon», y, aunque así lo proclamen, sus motivaciones no vienen tanto de la búsqueda del bien común o la defensa de los principios en que creen como de su amor a la pasta. Y, claro, se da la situación de que si Z no gana las próximas elecciones, el canon se suprimirá y, por tanto, la pasta que ya casi sentían en sus bolsillos nunca llegará a llenarlos. Así, muchos han pasado de loar a Franco -en tiempos pretéritos- o levantar el puño -más recientemente-, según lo aconsejasen las circunstancias, a alzar la ceja y defender la alegría, cuando lo único que en realidad desean es que aflojemos la guita y paguemos el dichoso canon.
Antonio Galván González
Calzadilla de los Barros (Badajoz)
En España, a diferencia de los EE.UU., donde la gente del mundo del espectáculo contribuye económicamente a las campañas de los políticos realizando donaciones millonarias, los artistas se nutren no ya del dinero del partido o dirigente político al que apoyan, sino del de todos los ciudadanos, a través de subvenciones o de impuestos como el canon digital, aprobado -¡oh, casualidad!- por Zapatero y su PSOE.
Es ahí donde está el quid de la cuestión: los miembros de la Plataforma de Apoyo a Zapatero (PAZ) no son más que «los chicos del canon», y, aunque así lo proclamen, sus motivaciones no vienen tanto de la búsqueda del bien común o la defensa de los principios en que creen como de su amor a la pasta. Y, claro, se da la situación de que si Z no gana las próximas elecciones, el canon se suprimirá y, por tanto, la pasta que ya casi sentían en sus bolsillos nunca llegará a llenarlos. Así, muchos han pasado de loar a Franco -en tiempos pretéritos- o levantar el puño -más recientemente-, según lo aconsejasen las circunstancias, a alzar la ceja y defender la alegría, cuando lo único que en realidad desean es que aflojemos la guita y paguemos el dichoso canon.
Antonio Galván González
Calzadilla de los Barros (Badajoz)
No hay comentarios:
Publicar un comentario